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  • Foto del escritorCARLOS OBANDO ARROYAVE

De qué hablamos cuando hablamos de Transmedia (I)

Por: Carloso / @carlosoyave


Iniciamos, con esta primera entrega, una serie de textos que intentaran explicar este tsunami cultural-audiovisual al que venimos asistiendo desde la aparición de Internet y más concretamente desde la aparición de la web 2.0. Haremos un recorrido por las cuatro pantallas (Cine, TV, PC, Smart Tablet/Phone), la convergencia de medios, lenguajes y tecnologías y su efusivo anclaje en lo que hoy llamamos nuevas narrativas o transmedia storytelling, y utilizaremos a dos héroes americanos; Superman y Dexter, que separados por 70 años tienen mucho que decirnos de la experiencia transmedia como modelos paradigmáticos de la cultura fandon

DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE TRANSMEDIA


Cuando hablamos de transmedia, quizás, estamos hablando de un cambio paradigmático en las formas y no en los contenidos, o quizás, hablamos de una moda que busca vestir con nuevos ropajes lo mil veces transitado, o a lo mejor hablamos de una calculada estrategia de marketing que se cuece en las grandes ligas del entretenimiento, o quizás, quizás, solo sea una propuesta retórica cargada de una apariencia innovadora, carente de una estética y una narrativa realmente renovadora. O a lo mejor tan solo sea (y esto es mucho) la pérdida de centralidad y de control de los emisores y la emancipación de las audiencias hiperconectadas, que han decidido asaltar los cánones estéticos y romper la verticalidad de los discursos que han permanecido intactos desde el origen de la escritura y el nacimiento de la imprenta.


Lost (conocida en algunos países de Hispanoamérica como Perdidos y Desaparecidos) es una serie de televisión transmedia emitida por American Broadcasting Company (ABC) entre 2004 y 2010. Tuvo seis temporadas.

En efecto, los cambios paradigmáticos vienen siendo anunciados por teóricos, investigadores y gurús de la comunicación, algunos lo llaman ecología de los medios, otros hablan de convergencias tecno-culturales, otros más describen el nuevo panorama como un campo semiótico repleto de interfaces, bifurcaciones, laberintos y recorridos multinodales donde se mezclan los lenguajes y los formatos, y se despliegan las nuevas hipermediaciones. Lo cierto es que en este cruce de lecturas e interpretaciones no deja de ser curioso que todos terminen por concluir que estamos ante un nuevo panorama audiovisual, que hace inevitable el uso del término transmedia para referirnos a todo aquello que está siendo explorado y contado por los nuevos dispositivos tecnológicos y por las nuevas pantallas enlazadas a través de la red. Y si bien es cierto que pasamos de una comunicación lineal a una comunicación interactiva y más adelante a una comunicación expandida, colaborativa y transmedia; la primera la del cine y la televisión, la segunda la de Internet y la tercera la de las pantallas nómadas, también lo es que ni todo es tan nuevo, ni nada es tan viejo como para no ser recordado como ejemplo de lo que ya acontecía antes de que apareciera la afortunada palabrita; transmedia-storytelling.

Ya sabemos que fue Henry Jenkins quien vino a inaugurar su uso a partir del artículo publicado en la revista Technology Review en el 2003, donde afirmaba que: ’’hemos entrado en una nueva era de convergencia de medios que vuelve inevitable el flujo de contenidos a través de múltiples canales’’. Pero también es bueno advertir, de entrada, que transmedia es fundamentalmente una estrategia narrativa y creativa y no tecnológica, es decir; que no es sólo juntar y conectar lenguajes y soportes, o expandirlos por las marañas tecnológicas de la red, sino además construcción de universos ficcionales y no-ficcionales.

Como dice el catedrático Lorenzo Vilches en su texto: ‘’Los tres tiempos de la narrativa audiovisual: cine, televisión, transmedia’’ (2015) ‘’Ni el cine ni la televisión desaparecerán en el futuro. Pero su difusión y función social quedará delimitada física y artísticamente. Las nuevas narrativas se impondrán como el tercer medio audiovisual universal, contaminando a los otros dos grandes medios su movilidad y disponibilidad de uso’’.


Y es, justamente, en esas dos características que menciona Vilches; movilidad y disponibilidad de uso, donde radica la verdadera novedad del producto transmedia, y en la que me voy a detener la mayor parte del tiempo en este texto. Para empezar, es bueno decir que fue la aparición de un medio como Internet quien propició estos cambios. Y más aún, que fue una web evolucionada, interactiva y móvil; la web 2.0, la que trajo consigo una auténtica revolución al sistema de distribución y consumo de los contenidos culturales y audiovisuales. Y digo distribución y consumo porque creo que es ahí donde se está librando una verdadera transformación tecno-cultural (otra vez movilidad y disponibilidad de uso) y no en la creación y la producción, donde aún queda por verse qué hay de nuevo en lo que nos venden por nuevo y qué hay de innovador en lo que nos señalan en apariencia novedoso. Me explico: no creo que estemos creando y produciendo verdaderos cambios en las formas narrativas contemporáneas al menos en el broadcasting. La dramaturgia de hoy no deja de contarse sin mayores cambios que la que Aristóteles nos propusiera en su clásico La Poética. Sí, es cierto, hay giros en la ficción sobre todo televisiva on demand, mundos narrativos que exploran otros relatos dramatúrgicos, subtramas, elipsis, intersticios, argumentos cruzados, narraciones lineales, paralelas, circulares o espiral, flashbacks-flashforwards, flujos de discontinuidad, yuxtaposición e hibridación de géneros, pero sin que ello llegue a modificar en profundidad una dramaturgia que descansa tranquilamente desde hace dos mil años cuando el filósofo griego ordenara los elementos del drama; de cómo funciona y cómo se organiza el planteamiento, el nudo y el desenlace, y de cómo usando lo que conocemos como puntos de giro o clímax, y que él llamo peripecias (peripéteia), se logran ciertos efectos narrativos y dramatúrgicos.


Quizás tengamos que mirar las nuevas dramaturgias de los Youtubers o las pulsiones estéticas y nuevos relatos producidos por las GoPro y los drones, pero más allá de esto me temo que aún no tenemos mucho de que presumir. ¡Ah! me dirán que esto anterior no es ficción, o más aún que estos ejemplos carecen de toda dramaturgia, me temo que los modelos que propongo no soportarían un análisis basado en las categorías que usamos cuando hablamos de dramaturgia o de ficción cinematográfica o televisiva. Y ya lo veremos, más adelante, con el crítico de cine del diario el País de España, Carlos Boyero, cuando sentado frente a una pantalla de Youtubers analiza, o mejor, descalifica estas ‘monerías’ de jóvenes con acné que vociferan y saltan reproduciéndose en millones de pantallas de la red.


24 es una serie de televisión transmedia estadounidense del género de acción/drama, emitida por la cadena Fox y producida por Imagine Televisión. Fue creada por Robert Cochran y Joel Surnow.

Dicho así, parecería que nada cambia o que todo cambia para que todo siga siendo igual. Pero lo cierto, es que son los nuevos usuarios ciberactivos (que son muy pocos) los que consumen y transforman, digieren y modifican contenidos, los que realmente están aportando algo nuevo al panorama audiovisual (otra vez distribución y consumo) No hay nada nuevo, pues, en los creadores y productores de la industria cultural, más allá de un producto arropado por un discurso que involucra palabrejas, términos y acepciones que contienen el sustantivo media; cross-media, transmedia.


Pensaran cuando digo esto en series como Lost, ¿qué pasa con Lost? ¿Acaso no hay nada nuevo en una serie que todos coinciden es emblemática y pionera en esta era de la televisión expandida? Respondo; si por supuesto que lo hay, pero no es propiamente una nueva dramaturgia, sino un juego espacio-temporal decididamente confuso, un puzle que el espectador arma en el despliegue de varios soportes como los mobisodios, los cómic o los videojuegos, y una vuelta de tuerca al suspenso, a la intriga y a la paranoia ficcional ya contenida en innumerables historias televisivas y cinematográficas. En este sentido Lost es desde su canon una serie barroca, laberíntica, con múltiples caminos y detalles borgeanos, así como citas y homenajes a la ficción ya reconocida. Efectivamente, es una serie transmedia, intertextual y novedosa, si se quiere, pero no porque se expanda a otros medios o experimente con las narrativas, cosa que ya había sucedido antes con otras series y ficciones (24, por ejemplo), sino porque en ninguna como ella los espectadores-fans amplían ese universo con sus aportaciones y sus prácticas postproductivas. Pero de esto hablaremos luego.

Continuará… ¡Y, entonces, quién invento el transmedia? (II)

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